domingo, 15 de junio de 2008

LA LITERATURA LESBIANA : UN LUGAR CASI DESIERTO


“Las mujeres o somos lesbianas o estamos amargadas o resentidas”
Doris Lessing.

Hablar de literatura lesbiana española es encontrarse ante un vacío, ante un desierto, ante un sombrío túnel en el que a pesar de todo se pueden encontrar algunos toques y pinceladas dependiendo del periodo en que se publican las novelas que hacen referencia a la relación entre mujeres. Muy lejos estamos de figuras del lesbianismo histórico como Gertrud Stein, Virginia Wolf, Vita Sackville-West, Violette Trefusis, Djuna Barnes, Colette, Violette Leduc etc. y más recientemente, Marguerite Yourcenar, Monique Wittig o Anne Garreta por ejemplo.
Pero antes de hablar de la “literatura lesbiana”, tenemos que preguntarnos que significado tiene la categoría “literatura lesbiana” y cual es su relación con la problemática de la autoría. En definitiva, ¿cuáles son las características de un texto lesbiano?, ¿Cómo podemos identificar la “literatura lesbiana”? ¿Cuáles son los rasgos de su temática? ¿Sería la temática exclusiva del deseo entre mujeres para que se la considerara como tal? Y por otra parte, ¿tiene que ser lesbiana la autora de textos lesbianos? Todas estas cuestiones, producidas por circunstancias históricas e ideológicas, serán necesariamente respondidas desde estos dos prismas.
Desde esta misma óptica, es paradigmático que nadie desde la oficialidad que da la institución literaria haya nombrado como literatura o textos lesbianos a una serie de novelas que llevan ya algunos años en el mercado y en las estanterías de librerías y bibliotecas. España es un país que continúa siendo casi desértico. Pero a pesar de ello, la realidad es que existen textos lesbianos a pesar de su invisibilidad o al menos novelas de temática lesbiana cuya calidad literaria es muy amplia. Y dadas nuestras circunstancias históricas, es también explicable que todavía se hable con cierta timidez o bien se mantenga en silencio por las editoriales castellanas de textos lesbianos. Aún así, el panorama de la “literatura lesbiana” en España comienza ciertamente a cambiar.
A través de los textos que iremos señalando, veremos como se configura la categoría de “literatura lesbiana” (española) , y de cómo ésta viene marcada históricamente por una gran amplitud de perspectivas con respecto al deseo entre mujeres.
Con respecto a la relación de la literatura lesbiana con la autoría, podemos constatar también que el tema de la relación entre mujeres no es exclusivo de autoras heterosexuales y lesbianas, sino que la representación del mundo lésbico también es un asunto de autores. En este sentido, cabe recordar entre otros muchos casos, las experiencias lésbicas de Nana de Zola, en la duplicidad del texto El amante lesbiano (2000) de José Luis Sampedro, en el que el autor parte de la sentencia agustiniana adoptada en esta novela de “Ama y haz lo que quieras” o finalmente, en las referencias a las “marimachos” de Miguel Delibes en Cinco horas con Mario (1966).
Una vez configurada la categoría de “literatura lesbiana” como la que tiene como temática fundamental un espacio narrativo en donde se da la relación y el deseo entre mujeres independientemente de su autoría, estableceremos en este articulo dos periodos que nos parecen fundamentales en la reciente historia de la literatura lesbiana española.
Unos referentes históricos nos parecen fundamentales para establecer estos dos periodos, que tienen que ver con un grado de menos a mayor en la visibilidad de los modelos lésbicos expresados por las autoras. Ya en 1954, Carmen Kurtz nos muestra modelos lesbianos en su novela Duermen bajo las aguas, aunque dicha novela se publica en 1976.
En efecto, el restablecimiento oficial de la democracia en España viene dado con la promulgación de la Constitución de 1978, que trajo consigo, desde la perspectiva de la literatura, nuevos modelos femeninos, fundamentalmente el de la “mujer sola”, creados por autoras como Adelaida García Morales en Mujeres solas (1996), Rosa Montero en Crónicas del desamor (1979), Montserrat Roig en La Hora violeta (1980) y un largo etc.
Pues bien, pese a la andadura democrática del país, las escritoras de literatura lesbiana han tenido que esperar a los años 1990 para contar con editoriales que se definen abiertamente como lesbianas. Me refiero a las editoriales madrileñas Horas y Horas con su colección “La llave la tengo Yo”, Salir del Armario, Berkana y Odisea, aunque las dos últimas no editan textos específicamente lesbianos.
Por otra parte debemos decir, que si una gran parte de sus fondos en literatura lesbiana son traducciones de autoras anglosajonas, también ocupan un lugar importante autoras noveles españolas, especialmente en Odisea. A nuestro entender, el criterio de publicación nos parece más coincidir con el interés por el testimonio personal que con la calidad de las novelas publicadas.
Pero volvamos a la cronología para señalar el paso de la invisibilidad a la semiclaridad de los modelos lesbianos en la literatura lesbiana española.
Existe un primer periodo que podemos situarlo, aun sabiendo que todo límite temporal es incierto, desde 1978 hasta mediados de los años 1990, en donde dichos modelos aparecen soterrados entre lo dicho y lo sobrentendido para un lector o lectora avisada. En definitiva, se trata de unos modelos que aparecen diluidos en la narración, en donde lo lesbiano no aparece como tal, sino camuflado por la atmósfera femenina.
En el segundo periodo, que va desde los finales de los años 1990 hasta ahora, podemos encontrar, con el apoyo de las editoriales anteriormente mencionadas y otras, novelas en donde el modelo de mujer lesbiana se expresa abiertamente a ser ésta misma la protagonista de la acción.
Primer periodo: 1978-1990, la semioscuridad lesbiano-literaria.
Uno de los primeros textos en que aparece el tema del lesbianismo, lo encontramos en toda la obra de Esther Tusquets, especialmente como iniciador es su libro El mismo mar de todos los veranos (1978) , escrito en una elegante prosa llena de matices, en donde al ritmo de un aparentemente tranquilo Mediterráneo se nos cuenta la historia de deseo y de afinidad entre mujeres maduras de la burguesía catalana que viven entre la hipocresía y la mediocridad de su clase. Esta afinidad es la que impregna también a magdalena y a Mariana personajes de la novela de Carmen Martín Gaite Nubosidad variable (1992).
Anteriormente, publica en la editorial Lumen su libro El amor es un juego solitario(1979), en el que ya nos anuncia a través del personaje de Clara, una lesbiana proletaria, una gama social de personajes lesbianos, para volver con su novela Con la miel en los labios (1997) a los personajes lesbianos de la burguesía. Así, encontramos a Andrea, hija dilecta de la “gauche divine”, que convoca la mirada tanto de hombres como de mujeres. Un día, Andrea en un inesperado gesto de seducción, invita a un paso privado de la película El acorazado Potemkin en su casa y se inicia así una historia de amor desmesurado, que arrastrará a todo el equipo de amigos demasiado lejos.
Paradójica es la posición de Esther Tusquets con respecto a la literatura española. Por una parte, ella no ha identificado nunca públicamente su literatura como lesbiana, sin embargo es reconocida dentro y fuera de nuestras fronteras como una de las principales representantes de la literatura lésbica.
Bien diferente a las novelas de Esther Tusquets, encontramos una serie de textos, que no podemos calificarlos dentro de la literatura lesbiana, pero si son los iniciadores de los modelos de los personajes lesbianos.
Un antecedente escrito en 1954 y publicado por Plaza y Janés en 1976, es la novela anteriormente citada de Carmen Kurtz Duermen bajo las aguas, en donde las monjas inglesas de un internado afirman que no les gustan las “amistades estrechas” entre chicas, pues a causa de ellas han tenido ciertos problemas.
En 1979 se publica en la editorial Debate, Crónicas del desamor de Rosa Montero. Un libro paradigmático en la creación de nuevos modelos de mujer que trae consigo la iniciación de la democracia, pero que ya se estaban dando en el último periodo franquista y de forma más evidente en la transición política.. En él aparece también el modelo de amor lésbico, pero sin darle tal nombre, bajo el personaje de Ana Maria una médico de 40 años.
Una mención aparte, pero en un ambiente social parecido al expresado por las novelas de Esther Tusquets, es el que nos presenta la trilogía de Montserrat Roig: Tiempo de cerezas, Ramona, adiós y La hora violeta, novelas todas ellas publicadas en el año 1980 por la editorial Argos Vergara. La aguja dorada publicada en 1985 y finalmente La ópera cotidiana en 1995 . Su obra corta pero densa, nace en Barcelona en 1946 y muere en 1991, expresa su intención testimonial con tendencia a la crónica.
La trilogía es la crónica de una familia a través de tres generaciones de personajes femeninos. En La hora violeta encontramos a la solitaria lesbiana Harmonía Carreras, pintora de genio difícil, y a varias parejas lésbicas o de tendencias lésbicas, en las que en algunos casos pasan al acto y en otros, como es el caso de Natalia Miralpeix, hija de Judit Flecher cuñada y relación ambivalente de Kati, se expresa por medio un sueño que consiste en el deseo de ésta de hacer el amor con una mujer que es interrumpido por Franco.
Más tarde aparece en La ópera cotidiana la perspectiva con respecto al lesbianismo que reproduce el pensamiento mayoritario con respecto a las lesbianas. En este caso encontramos la mirada que el hombre tiene sobre él. Horaci Duc afirma: “las mujeres miran a las mujeres de otra manera... Ustedes las examinan pero no las admiran. A no ser que gusten las aberraciones, las perversiones...” (p.35)
Mercé Rodoreda, una de las escritoras que vivió el largo exilio del franquismo, publica en 1982 La calle de las camelias en donde aparece un nuevo modelo de lesbiana, el de la “voyeuse”. En efecto, Constanza así llamado el personaje, es la encargada de encontrar los hombres para la soltera Cecilia, una niña de la guerra abandonada y recogida por la pareja formada por Jaime Ríus y Magdalena. Este libro es un alegato contra los malos tratos a las mujeres y en especial a las prostitutas.
Pilar Pedraza altamente influida por Sade, nos introduce con su novela La fosa del Rubí, publicada por la editorial Tusquets en 1987, en el modelo lesbiano de la sexualidad perversa que se manifiesta a través de ritos satánicos, vampirismo, zoofilia, incesto y las relaciones sadomasoquistas de la Imperatrice de los Cobos Grimani, protagonista de la narración.
Segundo periodo: de 1991 hasta nuestros días.
No es de extrañar que en los años 1930 se podría decir que un cierto Paris era lesbiano. En este sentido, merece un lugar excepcional la poeta inglesa de expresión francesa Renée Vivian. Pues bien, es sobre esta poetisa, sobre la que se basa la primera novela en catalán, publicada por Seix Barral, de Maria-Merçe Marça titulada La Passio segons Renée Vivian (1993).
En 1994, aparece Recóndita armonía de Marina Mayoral publicada en Alfaguara. En ella se cuenta la historia de dos mujeres: Helena y Blanca, que aunque tenían formas opuestas de pensar y actuar, Helena buscaba la aventura y el cambio y pretendía dejar una huella de su paso por el mundo y Blanca amaba más la tranquilidad en compañía de sus seres queridos, descubrieron juntas el amor, el sexo, el dolor, las injusticias y la muerte.
Por otra parte, la literatura erótica ha tenido en la colección La Sonrisa Vertical una cierta expresión de las relaciones lesbianas. En este sentido aparece en 1995 la novela de Irene González Frei. Una autora que se presenta bajo pseudónimo y gana el premio Sonrisa Vertical de ese año con su primera novela Tu nombre escrito en el agua. Apenas se sabe nada de ella ya que ha preferido mantenerse en el anonimato literario hasta el punto de ni tan siquiera ir a recoger personalmente el premio.
Con respecto a la novela recae en ella el merito de ser la primera novela escrita en lengua castellana explícitamente lesbiana. Sin embargo en el desarrollo narrativo no es el lesbianismo en sí lo que cobra un especial interés, sino el concepto trágico que conlleva una relación lesbiana, siendo las decepciones, la crudeza sexual y lo humillante a los que se les somete a las protagonistas, los temas que configuran la novela y que anuncia un epílogo en donde se renuncia de forma categórica a un final feliz.
En 1996, Maria José Palma publica una novela titulada Las Pasiones de una sombra en donde el texto aborda la historia de una ruptura amorosa que es también una ruptura de sentido ante la menaza del desamor y la pérdida. En el mismo registro, la narración sugiere un adiós, la elaboración del duelo ante dicha pérdida y las angustias que ésta levanta antes de surgir una relación nueva.
La expresión de los modelos lesbianos la encontramos también en la novela de Antonio Gómez Rufo Si tu supieras (1997), en donde el lesbianismo está asociado a la locura. Carmen se separa de su marido Joan al descubrir que “le gustaban las mujeres” (p.135) y mantiene diferentes relaciones con Andrea diseñadora y lesbiana manifiesta que acabará loca, y con Laura que posee a su vez una relación estable con Montse. En ese entramado de relaciones lesbianas triangulares, se manifiesta Carmen que vive las suyas con una extrema culpabilidad, lo que hace que ésta al final del libro, vuelva al hogar con su marido y sus hijos en un intento narrativo de una didáctica de la heterosexualidad.
Una mención aparte es la escritora Lucia Etxebarria, en el sentido en que en toda su obra, publicada en editoriales no lesbianas, se encuentran diseminados una gran pluralidad de modelos lésbicos mezclados a su vez con los heterosexuales, en una clara intención de no mantener a la lesbiana en su ghetto y en un ser aislado del resto del mundo.
Dicho esto, existen en esta escritora obras de un marcado acento lesbiano como es Beatriz y los cuerpos celestes (1998) Premio Nadal de ese año, Nosotras que no somos como las demás (1999) y en gran parte del conjunto de relatos cortos publicados bajo el titulo genérico de Una Historia de amor como otra cualquiera (2003).
En Beatriz y los cuerpos celestes nos introduce en tres modelos de mujeres. Cat, lesbiana convencida; Mónica devora hombres compulsiva y Beatriz para quién el amor no tiene género y tres momentos en la vida de estas mujeres: la infancia, la adolescencia y la juventud, afrontando cada una de ellas con mayor o menor dificultad. En su segunda obra, también aparecen la dificultad de los 4 personajes en sus relaciones ciertamente ambiguas, para finalmente ofrecernos en su último libro Una historia de amor como otra cualquiera (2003), un kaleidoscopio de vivencias dentro del modelo del personaje lesbiano.
En el año 2000 y bajo la edición de Laura Freixas, publicado por la editorial Temas de Hoy, aparece un libro titulado Ser Mujer. Tiempo de encuentro. En él, mujeres importantes dentro de diferentes ámbitos del país escriben a cerca del “ser mujer”. Entre ellas, encontramos el relato de carácter autobiográfico de Empar Pineda que podríamos calificarla como una lesbiana histórica en España. En su texto titulado Ser lesbiana. De los cuarenta al 2000 nos cuenta su experiencia personal sobre su toma de conciencia lesbiana en un recorrido desde el franquismo, lo que supuso la lucha política contra éste y la felicidad de ser lo que es.
En cierta medida con la aparición de editoriales lesbianas o gays de Madrid o Barcelona, surge una literatura lesbiana, o más bien una novelística lesbiana, sin tapujos en lo que respecta a la relación amorosa entre mujeres, que recorre un gran espectro temático.
En este sentido, aparece en la editorial Egales bajo el pseudónimo de Lola Van Guardia la novela titulada Con Pedigree (1997). En ella se narra en el seno de un Gay Night los encuentros de amistad, amor, desamor y militancia enmarcado en los cotilleos de las propias mujeres como los de Adelaida una escritora que quiere ser feliz como los personajes de sus novelas, Tea de Santos, la multifacética periodista de lengua afilada o Karina adicta a los kleenex y agarrada a un secreto celosamente guardado.
Más tarde, esta misma autora y en la misma editorial publica Plumas de doble filo (1999), una novela de suspense en donde todos los personajes, que algunos de ellos encontramos en su primera novela, son lesbianos.
Carmen Nestares en Venus en Buenos Aires (Odisea, 2001) es bien acogida por la crítica. Está prologada por Lucia Etxchebarria y lleva ya una segunda edición de la novela.
Se trata a través de Cristina, la narradora, de desmantelar la hipocresía que se recoge en el hecho de los y las que “aceptan” la homosexualidad y el lesbianismo de lejos, pero cuando no les toca de cerca, es decir ya es otra cosa.
En efecto, una cosa es aceptarlo en la TV y en el cine y otra es cuando confiesas a una amiga o amigo o a tus padres que eres lesbiana. En boca de Cristina se denuncia la intolerancia de las familias más abiertas y más civilizadas.
Siguiendo con esta atmósfera de suspense y misterio introducida por Plumas de doble filo, Mabel Galán publica en la misma editorial Desde la otra orilla (2003), finalista del Primer Premio Odisea.
También en 2003, aparece en Odisea la novela Llévame a casa de Libertad Morán, finalista al V Premio Odisea. En ella se cuenta la historia de Silvia y Ángela, dos chicas que se enamoran y que esperan que tal vez la búsqueda del amor perfecto dé resultados duraderos; o la de Paloma, una mujer que finge ante su familia estar enamorada de su marido, pero que en realidad sueña con recuperar un amor de juventud.
Llévame a casa es una crónica de los amores que cambian, de la tragedia que se esconde detrás de cada ruptura y soledad y de la impostura como imposición social.
Finalmente, en el mismo año, Marta Fajes publica en Odisea Amores prohibidos en donde se narra una historia de lesbofobia que ocurre en un barrio de Sevilla. De lenguaje fácil y asequible entra más en el testimonio personal que en el trabajo narrativo.
Hemos intentado con este artículo hablar de literatura lesbiana española. Indagando hemos encontramos sus fuentes más o menos explicitas. Hemos pretendido establecer cronológicamente un oasis en el desierto, un poco de visibilidad en lo social y cultural cuando de nuevo, los sectores más reaccionarios ligados a la iglesia católica vuelven a atacar, por ello, ¡Qué los cielos eróticos-simbólicos apacigüen nuevamente nuestra ser literaria! Para que la literatura lesbiana forme su propio canon y que así, entre éste en la historia de la literatura y en la Historia.

Educación sin prejuicios


Otro de los problemas que enfrentan las madres lesbianas es la educación sexual de sus hijos, y contrario a lo que se piensa de que las familias tradicionales educan a sus hijos con preferencias sexuales normales, la realidad es otra, pues la mayoría de las lesbianas y homosexuales vienen de padres heterosexuales.
Por ello, Rosa María Ortiz, integrante del Grupo de Madres Lesbianas (Grumale), indica que las preferencias sexuales se asumen por naturaleza y no por repetir conductas de otros.

Por tanto, asegura que los hijos que viven con sus madres o padres, lesbianas u homosexuales, respectivamente, crecen sin prejuicios sobre los roles sociales predeterminados, son más libres de elegir lo que desean y asumen su sexualidad no sólo con responsabilidad, sino con libertad.

Finalmente, las mujeres lesbianas tienen derecho a ser madres y vivir una vida plena con sus hijos y su pareja del mismo sexo, remató Susana.

Las lesbianas rechazan a los hombres


Que tengamos intimidad física y emocional con otras mujeres no significa que rechacemos a los hombres.
Es sólo que no queremos tener relaciones sexuales con ellos. Aun así, muchas mujeres las han tenido e incluso se han casado o han tenido hijos antes de decidirse a declararse lesbianas y vivir como tales.

Todas somos distintas: algunas mujeres lesbianas se relacionada poco con los hombres, mientras que otras tienen amigos íntimos.

Hoy en día, muchas lesbianas se deciden por la compaternidad con amigos. Es probable que la idea de que no nos gustan los hombres surja de los propios hombres. El lesbianismo les provoca una gran inseguridad, a no ser que ellos participen, lo que casi nunca sucede.

¿Cómo sé si soy lesbiana?


"Siempre me había sentido atraída por las chicas. Recuerdo haberme enamorado desde el tercer grado. Si bien no me consideraba lesbiana, en tercer grado ni sabía lo que era una lesbiana. No me di cuenta hasta el séptimo grado que, pues bien, yo era lesbiana". -Kristine, Livonia, 16 años de edad
"Bien, el saber que era lesbiana nunca fe la cuestión. Aceptarlo lo fue. Comencé a sentirme atraída por las chicas a los siete años, por lo que sabía que no era heterosexual. Tardé un tiempo en decirme a mí misma, 'Soy lesbiana y no hay nada malo en ello'". -Lenore, Pontiac, 16 años de edad

Durante la adolescencia, la mayoría de las jóvenes comienzan a percatarse de sus sentimientos sexuales y se interesan por salir con su pareja. Muchas jóvenes se sienten atraídas físicamente por los hombres. Pero muchas otras jóvenes se sienten atraídas físicamente por otras mujeres. Tú tal vez observes que te atraen otras mujeres. Tal vez sientas distinto que tus amigas, como que no encajas a veces. Cuando tus amigas se fijan en los muchachos, tú tal vez te fijes en las chicas. Salir con muchachos tal vez no te interese. Tal vez te preguntes, "¿Por qué no hay hombres como estas mujeres estupendas que se me presentan constantemente?" Es probable que también te sientas confundida o insegura sobre si eres o no lesbiana. Los adultos tal vez te digan que eres demasiado joven para que te llames a ti misma gay, o que estás pasado por una etapa, o que no sabes de lo que hablas. Esa es su forma de evitar el hecho de que algunas de nosotras somos jóvenes lesbianas. Tal vez te sientas confundida porque te atraen tanto los hombres como las mujeres. No hay nada malo en ello. Algunas mujeres tienen relaciones con hombres y mujeres durante toda la vida. Algunas tal vez decidan ser exclusivamente lesbianas o heterosexuales. Nuestra sexualidad se desarrolla con el tiempo. No te preocupes si no estás segura.

¿Debo preocuparme por el SIDA?


"Bueno, creo que si vas a tener relaciones sexuales, tenlas en forma segura aun cuando seas lesbiana. Yo, en mi caso, soy virgen. Pero, si estuviera con alguien y tuviéramos relaciones sexuales, sería sexo con protección. Sin embargo, antes de hacerlo, ambas nos haríamos la prueba del VIH (y si ella se negara, entonces tal vez no debería estar con ella).

Usar un dique dental es una buena forma de practicar el sexo seguro. La abstinencia también es una opción. No hay motivo para apurarse a tener relaciones sexuales". -April, Pontiac, 16 años de edad"Insisto en tener relaciones sexuales seguras. A pesar de ese rumor que circula de que las lesbianas son indestructibles, no corrí ningún riesgo. Le dije de frente a todas las mujeres con las que me acosté que exijo el sexo seguro". -Rayne, Pittsburgh, 17 años de edad
"Mi principio es que, si no estás lista para hablar sobre el sexo más seguro con tu pareja, entonces probablemente no estés lista para tener relaciones sexuales. Es imprescindible conocer los riesgos que podrías estar corriendo". -Annie, Minneapolis, 17 años de edad
Todos nosotros debemos interiorizarnos sobre el VIH, el virus que se cree es la causa del SIDA: cómo se transmite y cómo podemos evitar infectarnos. Tú y tu pareja deben hablar sobre los factores de riesgo de infección con el VIH y decidir qué métodos de sexo más seguro deben emplear, si es que deciden utilizar alguno. Las lesbianas que corren riesgo son aquellas que:
• Comparten agujas si consumen drogas intravenosas.
• Tienen coito vaginal con hombres sin usar condones. (Es bastante común que jóvenes lesbianas tengan ocasionalmente relaciones sexuales con hombres.)
• Tienen sexo oral con mujeres infectadas sin el uso de una barrera de protección contra las secreciones vaginales o la sangre menstrual infectadas.
El sexo más seguro para las lesbianas incluye lo siguiente:
• Uso de un dique dental para la estimulación oral-vaginal y oral-anal. Un dique dental es un pedazo de látex de unas 5 pulgadas de forma cuadrada que se utiliza en la cirugía dental. Pueden conseguirse en las tiendas de provisiones dentales o médicas.
• Uso de guantes quirúrgicos al introducir los dedos en la vagina o ano de tu pareja, especialmente si tienes cortes o urticaria en las manos.

Testimonios: "La realida de mi famila"


Aquel día, Sandra y yo invitamos a mis padres a cenar en nuestra casa la verdad para mí lo que ocurrió era algo inesperado que sin duda me decepcionó.

A pesar de que para el mundo siempre fuí heterosexual la realidad es que me enamoré locamente de Sandra para mí ella lo es todo, pronto decidimos compartir nuestras vidas y vivir juntas y por eso me mudé a su piso donde vivíamos de alquiler.

Ella siempre fué expléndida con mi familia, se mostraba tal y como era con naturalidad y un profundo respeto y tacto.

Ambas decidimos que mis padres viniesen a cenar, era la primera vez y estábamos algo nerviosas así que ambientamos nuestro hogar con cariño y nos esmeramos en cocinar todo aquello que podría gustarles tan sólo queríamos que se sintiesen cómodos.

Mis padres llegaron, todo parecía ir viento en popa, pero la realidad es que pronto saldrían ciertos comentarios que convirtieron nuestra fabulosa velada en un momento duro y tenso.

Mi padre diplomáticamente se dirigió a Sandra y le dijo: " Con todos mis respetos, no descarto que seas una persona encantadora pero la realidad es que prefería a su ex novio Agustín que es un gran hombre y realmente aprecio". Nuestras caras eran el reflejo de sorpresa y descontento por aquel comentario, tras unos segundos de silencio le respondí: " Papá él no me hacía feliz y ahora sí lo soy, ¿es que eso no te importa?"

Desde que mis padres fueron conocedores de que amaba a otra mujer, siempre intentaron mostrar comprensión pero la verdad es que sus ideas estaban muy alejadas de la realidad. Hubiesen preferido mi "infelicidad" junto a un hombre solo para aparentar lo que socialmente está bien visto.

El sexo lesbiano no es verdadero sexo


El "verdadero" sexo tiene que incluir a un hombre y, como el sexo lesbiano no lo hace, no puede ser completo ni satisfactorio
Lo que lleva al siguiente error: que todas usamos el consolador en un intento de recrear el acto heterosexual. Las lesbianas son amantes muy ingeniosas; el cuerpo y la relación sexual de las mujeres ofrecen muchas posibilidades eróticas.

Es cierto que unas mujeres usan consoladores o juguetes sexuales, pero otras no. Unas penetran a sus amantes y otras no. A algunas lesbianas les gusta el sexo anal y otras no lo soportan. A algunas les gusta el sexo duro y otras lo prefieren más tierno y suave. Todo ello forma parte de una identidad sexual muy diversa.